Ejemplo XXXIV |
||
¡§De
lo que aconteció a un ciego que guiaba a otro.¡¨
Otra vez hablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero, de esta manera:
¡X Patronio, un pariente
y amigo mío de quien fío mucho y estoy
seguro de que me quiere, me aconseja que vaya a un lugar que yo veo con
mucho recelo. El me
dice que deseche mis temores,
pues preferiría la muerte antes que a mí me sucediera
mal alguno. Ruégoos, pues, me aconsejéis sobre esto.
¡X Señor conde ¡X dijo Patronio¡X, un hombre, habitante
de una villa conocida, perdió la vista. Pobre y ciego,
vino a él otro ciego que moraba en la misma villa y díjole que quería que
fuesen ambos a un poblado próximo,
pidiendo limosna por
amor de Dios y que así tendrían con qué
mantenerse y gobernar su vida.
El ciego primero le dijo que conocía el camino
perfectamente, que tenía muchos baches y barrancos y
pasos muy difíciles y, por último, que le daba
miedo tal viaje.
Pero el segundo ciego le contestó que no tuviese recelo
alguno que él le pondría en salvo, pues también conocía
el camino. Y tanto le aseguró que el primer ciego creyó al
segundo y ambos emprendieron el camino.
Cuando llegaron a los lugares peligrosos, el ciego que guiaba cayó
en un pozo y detrás de él cayó también el
ciego que tanto miedo tenía al camino.
Y vos, señor conde, si receláis
con razón, no os metáis en tal peligro, aunque vuestro
pariente asegure que antes moriría que consentir
que vos recibáis daño alguno; nada os
aprovecharía que él muriese, si caen sobre vos daños
irreparables y aun la muerte.
El conde tuvo éste por buen consejo, obró según
él, y sintióse contento. Nunca te metas donde te pueda ir malaunque tu amigo te dé seguridad.¡@ |
|