Baby H.P.

    Señora ama de casa: convierta usted en fuerza motriz la vitalidad de sus niños. Ya tenemos a la venta el maravi­lloso Baby H P., un aparato que está llamado a revolucionar la economía hogareña.

    El Baby H. P. es una estructura de metal muy resistente y ligera que se adapta con perfección al delicado cuerpo in­fantil, mediante cómodos cinturones, pulseras, anillos y broches. Las ramificaciones de este esqueleto suplementa­rio recogen cada uno de los movimientos del niño, hacién­dolos converger en una botellita de Leyden[1] que puede co­locarse en la espalda o en el pecho, según necesidad. Una aguja indicadora señala el momento en que la botella está llena. Entonces usted, señora, debe desprenderla y enchu­farla en un depósito especial, para que se descargue automáticamente. Este depósito puede colocarse en cualquier rincón de la casa, y representa una preciosa alcancía de elec­tricidad disponible en todo momento para fines de alum­brado y calefacción, así como para impulsar alguno de los innumerables artefactos que invaden ahora, y para siem­pre, los hogares.

    De hoy en adelante usted verá con otros ojos el agobian­te ajetreo de sus hijos. Y ni siquiera perderá la paciencia ante una rabieta convulsiva, pensando que es fuente gene­rosa de energía. El pataleo de un niño de pecho durante las veinticuatro horas del día se transforma, gracias al Baby H. P., en unos útiles segundos de tromba licuadora, o en quince minutos de música radiofónica.

    Las familias numerosas pueden satisfacer todas sus de­mandas de electricidad instalando un Baby H. P. en cada uno de sus vástagos, y hasta realizar un pequeño y lucra­tivo negocio, transmitiendo a los vecinos un poco de la energía sobrante. En los grandes edificios de departamen­tos pueden suplirse satisfactoriamente las fallas del servi­cio público, enlazando todos los depósitos familiares.

    El Baby H. P. no causa ningún trastorno físico ni psí­quico en los niños, porque no cohíbe ni trastorna sus mo­vimientos. Por el contrario, algunos médicos opinan que contribuye al desarrollo armonioso de su cuerpo. Y por lo que toca a su espíritu, puede despertarse la ambición indi­vidual de las criaturas, otorgándoles pequeñas recompen­sas cuando sobrepasen sus récords habituales. Para este fin se recomiendan las golosinas azucaradas, que devuelven con creces su valor. Mientras más calorías se añadan a la dieta del niño, más kilovatios se economizan en el contador eléc­trico.

    Los niños deben tener puesto día y noche su lucrativo H. P. Es importante que lo lleven siempre a la escuela, para que no se pierdan las horas preciosas del recreo, de las que ellos vuelven con el acumulador rebosante de energía.

    Los rumores acerca de que algunos niños mueren elec­trocutados por la corriente que ellos mismos generan son completamente irresponsables. Lo mismo debe decirse so­bre el temor supersticioso de que las criaturas provistas de un Baby H. P. atraen rayos y centellas. Ningún accidente de esta naturaleza puede ocurrir, sobre todo si se siguen al pie de la letra las indicaciones contenidas en los folletos ex­plicativos que se obsequian con cada aparato.

    El Baby H. P. está disponible en las buenas tiendas en distintos tamaños, modelos y precios. Es un aparato mo­derno, durable y digno de confianza, y todas sus coyunturas son extensibles. Lleva la garantía de fabricación de la casa J. P. Mansfield & Sons, de Atlanta, III.



[1] Botella de Leyden: condensador eléctrico en forma de botella o vaso de vidrio.