Democracia popular

 

En un país del Este, antes de que cayera el telón de acero, un ministro tuvo la ocurrencia de averiguar personalmente hasta dónde llegaba su popularidad entre el pueblo. Se dejó un gran bigote, se vistió con un mono de mecánico y se lanzó a la calle de incógnito, entrando al poco rato en un cine. De repente aparece en el noticiario, arengando a una multitud de campesinos, y toda la sala estalla en un aplauso. Sólo él, que está regodeándose en silencio del triunfo, seguía impasible y observando fríamente aquel clamor. De pronto, un codazo le devuelve a la realidad.

¡Aplaude, estúpido! le susurra su vecino de butaca. ¿Quieres que nos lleven a la cárcel por tu culpa?